1. INTRODUCCIÓN
Toda la gente que trabaja en el
mundo de los incendios forestales y las emergencias relacionadas con los
riesgos naturales (inundaciones, tormentas, …) sabe que algo está cambiando.
Algo está cambiando o al menos ahora tenemos más medios para entender qué pasa
y por qué pasa. En ese sentido, desde hace un tiempo, se viene percibiendo la
necesidad imperiosa de que la ciudadanía adopte un papel relevante, si bien, existen
matices, puntos de vista incluso contrapuestos y consideraciones de todo tipo a
este respecto. Lo que parece evidente es que al menos debería adoptarlo en materia preventiva y de autoprotección.
Sin ánimo de enmendar la plana a
nadie, pero sí con la intención de aportar experiencia en la materia, se
describe a continuación la metodología empleada por el equipo de Medi XXI GSA –
Consorcio SIDEINFO que trabaja en el ámbito de emergencias (Dalmau-Rovira, F., Quinto Peris, F., Pérez Ferrando, R., Noguera Font,
S., Gorgonio Bonet, E., Barceló Puig, A., Belenguer Peris, E.) para el
desarrollo de proyectos de autoprotección a escala particular en la microescala
(vivienda + parcela) y en la mesoescala (entorno de la parcela + núcleo), (Caballero Valero, D. 2016).
La experiencia nos ha enseñado
que, bien gestionada, la autoprotección doméstica ante el riesgo de incendios
en zonas de Interfaz Urbano Forestal puede constituir en la actualidad una herramienta
útil ante los fuegos de 6ª Generación (Castellnou
i Ribau, M., 2017). Cuando los Servicios Públicos de Emergencia
colapsan es fundamental que la población civil pueda disponer de medidas
pautadas y previamente diseñadas para tratar de garantizar su propia seguridad
y minimizar en lo posible las consecuencias del incendio sobre sus propiedades.
En este sentido nuestro equipo técnico ha desarrollado la siguiente metodología
de trabajo basada en 4 tipologías de actuación:
- Formación previa de las víctimas potenciales
- Planificación, preventiva, defensiva y de la autoprotección
- Jardinería preventiva (pirojardinería) y/o selvicultura preventiva
- Dotación de infraestructuras y herramientas
Imagen 1. Triángulo de la Autoprotección.
Fuente: Dalmau – Rovira et al 2014 – Medi XXI GSA
2. FORMACIÓN PREVIA DE LAS VÍCTIMAS
POTENCIALES
Del mismo modo que existen personas en riesgo de exclusión
social o en riesgo de accidente cardiovascular existe un porcentaje de
población que está expuesta al riesgo de incendio forestal. Son víctimas
potenciales de un fuego en su entorno. Un aspecto relevante que nos ha enseñado
la experiencia es que la asunción (por parte de las víctimas potenciales) de
esta conciencia situacional resulta fundamental
si se quiere cambiar algo en este ámbito.
Básicamente esto se ha producido, entre otros, por dos
motivos: durante años las Administraciones Públicas han adoptado una política
paternalista orientada a tutelar al Administrado en todas las facetas
referentes a su seguridad, y el Administrado le ha resultado cómodo y se ha ido desvinculando del
territorio agroforestal en pro de una conciencia más urbana, cuando no urbanita
directamente. Esa desconexión ciudadanía – medio agroforestal unida a la
proliferación de núcleos en zonas de alto riesgo de incendio forestal y a un
contexto de cambio climático dibujan un escenario potencial catastrófico. Por
ello el pilar básico de esta metodología de trabajo pasa por formar a la
ciudadanía (víctima potencial) en materia de prevención, defensa proactiva y
autoprotección.
Durante todo el proceso formativo, además, debe evitarse generar una sensación
de falsa seguridad en las víctimas potenciales y combatir contundentemente el
exceso de confianza a poder ser mostrando ejemplos de las consecuencias de
quien se aproxima incorrectamente a un incendio forestal. Las personas formadas
deben entender de una forma meridianamente clara qué es una emergencia, cuáles son los riesgos a los que se exponen y
que los patrones de comportamiento (propios y ajenos) se alteran en situaciones
de estrés. Y esto debe constar incluso por escrito.
Imagen 2.
Sesión
formativa para particulares de agrupación de 5 viviendas en una zona de
Interfaz Urbano Forestal. Práctica de abastecimiento de tendido defensivo a
partir de una boca de riego conectada a depósito de 300.000 litros de agua con
una motobomba portátil. Se les explica que la gasolina de la bomba puede arder.
Que el tendido puede resultar útil para los Servicios de Emergencia. Que
siempre deben obedecer las órdenes de los profesionales. Que no deben entrar en
zona forestal. Que deben preparar su “microescala” particular para reducir
riesgos, y protocolos de seguridad, evacuación y confinamiento. Fuente: Medi XXI GSA
«La gente
altera su conducta en respuesta a la implementación de la salud y las medidas
de seguridad, pero lo arriesgado de la forma en que se comportan no cambia, a
menos que estas medidas sean capaces de motivar a la gente para que altere la
cantidad de riesgo que desean sufrir», (Wilde, 1994).
Cuando hablamos de riesgo, tenemos que tener
presente que se trata de la relación entre vulnerabilidad y amenaza.
Y por eso cuando hablamos de situaciones de riesgo en zonas donde habitan
personas, se convierte en fundamental identificar esa vulnerabilidad para
que las personas tomen conciencia de que el riesgo, es posible intervenirlo o
modificarlo reduciendo esas condiciones de vulnerabilidad asociada. Pero se les
debe mostrar que son vulnerables. Esta es sin duda una de las cuestiones
fundamentales en cuanto a esta metodología. La vulnerabilidad como factor
interno del riesgo, debe relacionarse, no sólo con la exposición al contexto
material o susceptibilidad física de los elementos expuestos a
ser afectados, sino también con las fragilidades sociales y la falta de
resiliencia de la comunidad, su capacidad de responder o absorber el impacto. Considerar
las percepciones sobre las dimensiones de vulnerabilidad de los habitantes de
una zona, es fundamental para poder hacer un diagnóstico integral del problema,
ya que esa percepción constituye una parte de la realidad, complementaria a las
evaluaciones técnicas. Es imprescindible la identificación de diferencias entre
ambos diagnósticos de vulnerabilidad, el técnicamente evaluado y el socialmente
percibido, ya que es necesario establecer este análisis, como parte
preanalítica indispensable para la selección y puesta en práctica de cualquier
estrategia de gestión de riesgos. Y aún más si lo que buscamos es una
participación activa de esa víctima potencial mutando su papel a parte de la
solución partiendo de la hipótesis de que es parte del problema. (Carmona Arango, P., Dalmau – Rovira, F.,
2015 - Estudio para la caracterización de la percepción del riesgo de incendios
forestales en la Interfaz Urbano-Forestal mediante estudio piloto en el T.M. de
Carcaixent (Valencia)).
Entenderíamos riesgo
percibido, como aquel con un alto componente subjetivo, juicios intuitivos
sobre el riesgo, relacionados tanto con las estructuras personales, cognitivas,
emocionales y de motivación, como con los ambientes sociales, culturales y
políticos. Por el contrario, el riesgo técnicamente evaluado, o riesgo
objetivo, es aquel que está referido a las valoraciones técnicas y científicas
del riesgo llevadas a cabo por personal formado al efecto. Los técnicos
vemos riesgos que las víctimas potenciales no ven. Hay que esforzarse por transmitirlos
adecuadamente. Sin tecnicismos, pero con rigor. Sin asustar, pero sin
minimizarlos. Las víctimas potenciales pueden tener una percepción del riesgo
equivocada (exagerada o insuficiente) de nuestro trabajo depende modificarla
adecuadamente y ajustarla a la realidad. La formación debe ser teórica, pero
eminentemente práctica. Deben entender qué pasará. Incluso por qué pasará. Y
deben asumir la máxima de que “El día del
incendio ustedes pueden ser parte de la solución o una parte fundamental del
problema”. Por ello, durante el proceso, es importante establecer una
relación de confianza que aliente las preguntas y permita dar las respuestas
correctas. Pero especialmente, hay que indicar lo que NO hay que hacer.
Imagen 3. Vecino de la urbanización el Pic de la Cabra de Carlet (València) con una
manguera de riego y cuatro cubos de agua frente a un fuego que asciende por una
ladera. La falta de una percepción real del riesgo y una equivocada conciencia
situacional puede poner en riesgo a aquellas personas que ponen en práctica una
“autoprotección” mal entendida. Incendio de Cortes de Pallás, 2012.
Fuente: Dalmau-Rovira, F.
3. LA PLANIFICACIÓN DE LA AUTOPROTECCIÓN EN LA
MICRO Y LA MESOESCALA CERCANA
El 7 de diciembre de 2013 se aprobó mediante el Real Decreto 893/2013, de 15 de noviembre, la Directriz básica de planificación de protección civil de emergencia por incendios forestales. Esta norma jubilaba la anterior y hacía mención, por primera vez, al concepto de Interfaz Urbano – Forestal (I.U.F.). La Directriz define la I.U.F. como aquellas “Zonas en las que las edificaciones entran en contacto con el monte. El fuego desarrollado en esta zona no sólo puede alcanzar las edificaciones, sino que además puede propagarse en el interior de las zonas edificadas, cualquiera que sea la causa de origen.”.
La norma en ningún momento hace referencia a su clasificación urbanística, ni a su estado administrativo… bajo este precepto Interfaz Urbano Forestal es todo aquello que contiene vegetación forestal (sea palustre, arbolado, matorral, herbáceo…) y que puede acabar quemando una edificación. La misma norma define el concepto Plan de Autoprotección. Según describe este documento debe establecer relativas a una instalación, edificación o conjunto de las mismas, ubicadas en un área de I.U.F., y deben tener por objeto por una parte evitar la generación o propagación de incendios forestales (ser motivo de origen) y facilitar las labores de extinción a los servicios públicos especializados cuando su actuación resulte necesaria. El Plan de Autoprotección (sea a macro, meso o microescala) debe:
A) Complementar las labores de prevención,
vigilancia y detección previstas en los planes de ámbito superior. (en el caso
de un particular, el plan del núcleo o el plan municipal).
B) Facilitar las tareas de extinción por los
servicios públicos y, en su caso, organizar los medios humanos y materiales
disponibles para una primera intervención hasta
la llegada e intervención de aquellos (el particular puede poner a
disposición de los Servicios Públicos de Emergencia medios humanos y materiales).
C) Garantizar la posible evacuación de las personas
ocupantes de las instalaciones o edificaciones. (No hace mención al
confinamiento planificado… este puede ser un aspecto para revisar en futuros
cambios normativos).
Según la Directriz las Administraciones Públicas elaborarán programas de
información y sensibilización, sobre prevención de los incendios forestales, al
objeto de que los ciudadanos tengan un adecuado conocimiento acerca de las
medidas a seguir para evitar la ocurrencia de incendios forestales y de autoprotección en caso de verse
implicados en una emergencia de ese carácter de manera que resulten accesibles
y comprensibles para todas las personas. Pues bien, basándonos en estos antecedentes
resulta viable elaborar un plan de autoprotección para una vivienda particular
del mismo modo que se podría hacer para una casa rural, un restaurante, o un
hotel en una Zona de Alto Riesgo de Incendio Forestal. El Plan de
Autoprotección para una vivienda particular es un documento sencillo que pauta
qué acciones debe llevar a cabo el propietario de la edificación en caso de
incendio. Lógicamente, al igual que los planes de autoprotección de las
urbanizaciones o de los municipios, establece el procedimiento para la
integración en planes de rango superior, y deja claro que cuando llegan los profesionales
hay que ponerse a sus órdenes. Esta metodología de trabajo puede favorecer que
una vivienda se convierta en un lugar seguro y defendible, constituyendo además
una opción de refugio para unidades trabajando en I.U.F., de ahí, la
importancia de una buena planificación.
Si el vecino además de tener un plan (saber qué hacer), tiene una formación que le aporta una actitud correcta, prepara su vivienda y se dota de algunas herramientas básicas, puede suponer una ayuda importante. Si no lo hace, lógicamente, no.
Imagen 4. Técnicos forestales de Medi XXI
GSA durante una visita de trabajo para la elaboración de un plan de
autoprotección de una vivienda aislada (L’Alcora, Castellón). Fuente: Medi XXI
GSA
Imagen 5. Proyecto de defensa contra incendios
forestales de una vivienda particular e informe de visita de campo a la
vivienda para dimensionar las infraestructuras. Fuente: Medi XXI GSA.
FINAL PARTE 1 - Continuará...
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